Si escuchas a algunos de los ponentes que participaron los días 1 y 2 de junio en BizBarcelona, el emprendimiento es la aventura más emocionante y gratificante que una persona puede vivir: te permite realizar tu sueño —la condición sine qua non es que debes tener claro dónde quieres llegar y, para ir bien, ser capaz de ponerlo negro sobre blanco antes de ponerte a escribir tu plan de negocio— y te da la libertad para vivir como tú quieres. Después, si tu proyecto es seductor —no hace falta siquiera que sea original, sólo que sea capaz de arrastrar, de una manera o de otra, a miles de personas—, además puedes ganar mucho dinero.
Pero si la única motivación que tienes es ser el próximo Zuckerberg y hacer mucho dinero, muy rápido, puede que no tengas lo que se necesita para ser emprendedor: visión, resiliencia y la capacidad de entusiasmar a un montón de gente diversa: tu equipo , tus inversores, tus clientes … personas con intereses diferentes que deben ser capaces de ver el futuro a través de tus ojos. Hay que encontrar, eso sí, un justo equilibrio entre la pasión y el cálculo, porque es tan importante poner el corazón como tener claro que, al final, una empresa es un negocio y debe ser capaz de ofrecer unos productos o servicios por los que alguien esté dispuesto a pagar.
En el sector life sciences podríamos añadir que una condición también necesaria, pero no suficiente, de los proyectos emprendedores es la excelencia científica, aunque seguramente es más importante identificar desde el principio cuál es tu modelo de negocio y concentrarte en aquello que es esencial para alcanzar tus objetivos. Como explicaba Jordi Naval en BizBarcelona, para emprender en biotecnología no hay que plantearse necesariamente encontrar la cura del cáncer. A este serial entrepreneur y ahora también director de la Fundació Bosch i Gimpera —la oficina de transferencia tecnológica de la Universitat de Barcelona—, le gusta usar la metáfora de la fiebre del oro: algunos se hicieron ricos extrayendo pepitas de oro de los cauces de los ríos de California, pero quien seguro que hizo un buen negocio fue Levi Strauss, que en 1873 diseñó y patentó un pantalón especialmente adaptado a las necesidades de los mineros, que fue el origen de la popular y aún activa multinacional de moda. Ofrecer servicios es una opción muy razonable dentro del entorno bio-healthcare, ya sean B2B —especialmente de investigación, pero también de market access, gestión IP, asesoramiento legal, comunicación …— o B2C, donde sobresalen las opciones de digital health (quizás en BizBarcelona faltó algún ejemplo de éxito en este ámbito).
Probablemente lo más importante sea tener claro desde un principio cuál es tu foco, y poner en ello toda tu energía y recursos. Sin embargo, las apuestas siempre tienen un punto de incertidumbre y, a veces, no es tan fácil averiguar cuál será el caballo ganador. Esta misma semana Oryzon Genomics ha vendido a su socio, Reig Jofré, su 50% del negocio de diagnóstico que habían emprendido conjuntamente en 2006, con el objetivo de producir y comercializar un test para detectar el riesgo de cáncer de endometrio. Un proyecto que se ha tenido que enfrentar a las dificultades inherentes a la introducción de nuevos protocolos de detección y prevención en la medicina pública, siempre mucho más lentos de lo que cabría esperar —los primeros tests no se empezaron a comercializar hasta el 2014—, y que no supuso para Oryzon el punto de inflexión, en cuanto a ingresos y consolidación empresarial, que inicialmente se esperaba. Afortunadamente, la resiliencia de los fundadores, Carlos Buesa y Tamara Maes, les permitió seguir adelante con su investigación en el ámbito de la epigenética hasta identificar un candidato a fármaco —el ORY-1001— para tratar la leucemia mieloide aguda, que en 2014 licenciaron a Roche, en un acuerdo valorado globalmente en 500 millones de dólares.
El movimiento de esta semana concentra a Oryzon en la investigación y el desarrollo de nuevos compuestos en el campo de la epigenética, una focalización que seguro será bien valorada por los potenciales inversores americanos, ahora que esta biotec—cotizada en el mercado continuo español desde diciembre de 2015— se plantea entrar en el Nasdaq. Por su lado, Reig Jofré refuerza así su estrategia de diversificación, ampliando su cartera de productos, que cubren las áreas de ginecología, dermatología y enfermedades respiratorias. Como explicaba Ignasi Biosca, CEO de Reig Jofré, en un reciente debate en Esade, «las farmacéuticas pequeñas y medianas no tenemos suficientes recursos para invertir en I+D y tenemos que buscar la colaboración con pequeñas biotec para renovar y ampliar nuestro pipeline«. Es una apuesta por la innovación abierta, pero también la capacidad de asumir riesgos: «Tenemos que estar muy atentos a lo que pasa en el mercado y ser muy ágiles en la toma de decisiones. Probar, equivocarnos y cambiar. Probar, acertar e insistir. No podemos ser silos, sino que tenemos que estar permanentemente mirando hacia fuera».
Dos estrategias opuestas, concentración y diversificación, pero por eso mismo complementarias dentro de un ecosistema complejo. En el equilibrio entre las fortalezas propias y la capacidad de generar complementariedades y colaboraciones está, seguro, la clave del éxito. ♦